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Mostrando entradas de enero, 2018

El portero de consistorio y pregonero, 1553

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 La primera referencia que tenemos del oficio de portero de consistorio es la más completa, data de finales de 1553 y nos lo representa no sólo como el encargado de llamar a juntas, por "son de campana tañida" sino también como campanero de calle que tocará cada día al anochecer por las ánimas del purgatorio, como alguacil puntual que deberá controlar la entrada de armas en las salas capitulares de la ciudad e imponer multas a quien fuese hallado con ellas sin distinción de estatus social e incluso se da idea de como debe ir vestido, pues es el la propia ciudad la que debe ocuparse de conseguirle un sayo y una capa. El sayo era la prenda holgada similar a la ropa pero con costura en la cintura donde se ceñía con el cinturón, de origen medieval, en el siglo XVI se había acortado para dejar espacio a las calzas. Precisamente de sayo y capa nos encontraríamos con buena parte de los burgueses renacentistas de clase media como vemos en estos dos grabados que acompañan

El retrete en la casa medieval y renacentista mindoniense

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Retrete Medieval  Durante la edad media los retretes urbanos consistían unicamente en un cubículo generalmente de madera volado hacia la calle, en uno de los muros del inmueble y a cierta altura, normalmente en el grand hall de la primera planta. Las casas mas humildes debían conformase con el uso de bacines donde se recogían los detritos para luego amontonarse en algunos puntos apartados del trazado urbano. La disposición en altura respondía a facilitar su posterior recogida por los vecinos mas pobres para venderlos como fertilizante, hasta la llegada del S. XVI era común ver como de las paredes más ocultas de los edificios, normalmente las que daban a callejas o huertas, colgaban esqueletos de madera y que el producto de esta práctica se amontonaba en la propia calle hasta formar importantes montañas de heces y orines mixtos con restos de comida y demás basura, solo de vez en cuando alguien pasaba con su carro recogiendo este estiércol. En la nota que presentamos ahor

Pedro de Orleans, nuevo cerrajero en Mondoñedo 1554

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La presencia de artesanos de diferente índole en la ciudad de Mondoñedo, como en cualquier otra ciudad de occidente durante su conformación como tal, no era solo un privilegio si no una auténtica necesidad para los cabildos y regimientos que se encargaban de mantener el orden y concierto en ellas. No podríamos haber imaginado ni concebido la explosión urbana que acontece en Europa entorno a la primera mitad del S. XI sin la paulatina concentración de artesanos en espacios delimitados, junto con mercaderes y en menor medida,  nobles y eclesiásticos. La mano artesana que en estos momentos se confundía con la creadora, hasta entonces itinerante o restringida al interior de los muros de los monasterios, había decidido aprovechar las ventajas fiscales y la seguridad de los muros de las nuevas villas, de este modo la creación cultural que llevaba aparejada, poco a poco se fue concentrando en su interior hasta crear un tipo de mercado civil de lo hermoso, algo que había estado restring