Pedro de Orleans, nuevo cerrajero en Mondoñedo 1554
La presencia de artesanos de
diferente índole en la ciudad de Mondoñedo, como en cualquier otra ciudad de occidente
durante su conformación como tal, no era solo un privilegio si no una auténtica
necesidad para los cabildos y regimientos que se encargaban de mantener el
orden y concierto en ellas. No podríamos haber imaginado ni concebido la
explosión urbana que acontece en Europa entorno a la primera mitad del S. XI
sin la paulatina concentración de artesanos en espacios delimitados, junto con
mercaderes y en menor medida, nobles y
eclesiásticos.
La mano artesana que en
estos momentos se confundía con la creadora, hasta entonces itinerante o
restringida al interior de los muros de los monasterios, había decidido aprovechar
las ventajas fiscales y la seguridad de los muros de las nuevas villas, de este
modo la creación cultural que llevaba aparejada, poco a poco se fue
concentrando en su interior hasta crear un tipo de mercado civil de lo hermoso,
algo que había estado restringido a las clases nobles y religiosas, desde
entonces cualquiera que prosperase en el comercio o con su oficio podría
adquirir las mismas obras de arte que de momento solo se encontraban en
palacios y catedrales.
Igualmente los palacios
urbanos se estaban gestando en el contexto de una nueva clase dirigente, nuevos
poderosos creados a si mismos con las única arma del dinero. Este será motivo
de crítica por parte de multitud de teólogos hasta bien entrada la edad media contra
la ciudad hedonista e profana, donde lo divino de adquiere por dinero y el
artesano que hasta entonces era considerado inferior (mechor) comparte mesa con
el señor y el obispo.
Aunque el centro de multitud
de ellas como es nuestro caso, sea una sede episcopal, las órdenes
monasteriales tradicionales, principalmente los místicos benedictinos e incluso
franciscanos, la rechazan como pozo de lujuria, de ideas y entretenimientos
vanos y de, principalmente de individualismo escolástico, germen del estudio de
los personal frente a lo universal que resultaría en el moderno método científico.
Esta reunión de artesanos y
mercaderes sembraría el terreno para que muchos desarrollaran el gusto por las
artes y ciencias liberales e incluso, en su momento de mayor esplendor, la
mujer se abriera camino en estos campos con especial fortuna e muchos casos.
En el texto que presentamos
a continuación vemos dos de los elementos que dieron pie a la formación y
evolución de las ciudades, la concentración de artesanos de diferentes lugares
y países dentro de sus muros y el interés del gobierno de estas por que así
sucediese.
Por desgracia debemos
contentarnos con documentos tardíos para ilustrar este hecho, los libros de
cofradías que amparaban a los distintos oficios son más recientes incluso, de
un momento en que los privilegios gremiales estaban ya en decadencia, y el
material eclesiástico apenas se interesaba en nada que no estuviese
directamente relacionado con la preservación de su poder temporal y sus
derechos fiscales.
Aun así debemos considerar
que los ejemplos mas prolijos que ilustran al artesano urbano en la ciudad
medieval no distan mucho de estas fechas, el Mendelschen und Landauerschen
Hausbücher (Libro de las Familias) de Nuremberg data de finales del S. XV y
contiene principalmente referencias del S. XVI magníficamente acompañadas de
miniaturas que ilustran no ya a cada oficio, si no a cada artesano.
En la entrada que
transcribimos se anota la petición de ciudadanía de Pedro de Orleáns,
cerrajero, que ofrece su oficio a la ciudad a cambio de quedar exento de
tributos y alcabalas. El concejo no duda en aceptar su oferta puntualizando que
Mondoñedo estaba sin cerrajero competente y que este debería residir en la
ciudad amenos seis años de manera ininterrumpida para beneficiarse de tales
exenciones, debiendo pagar gastos y costas si decidiese marcharse antes de
pasado este tiempo. Curiosamente el artesano recibido es de origen claramente extranjero,
no solo de la provincia si no del reino, y el testigo que firma al pie, Jacques
París, nos lo encontraremos más adelante como mercader de telas y mercerías,
con un claro origen igualmente foráneo. Disponer de los mejores artesanos era,
desde luego marca de ciudad grande y asentada, y pagar por ellos hacía años que
se había tornado tradición, ofreciéndoles incluso en algunas ocasiones vivienda
gratuita.
19-V-1554
(+-1) çarraxero de Orliens dixo ante los dichos
señores / justizia e regimeinto quel queria asentar y asentaria por vida en
esta / çibdad y usaria su offiçio con que le asegurasen de quel no pagaria /
(+-1) e alcavala y que si le fuese repartido pagarian por el / los dichos
señores justizia e regidores viendo la gran nesçe / sidad que avia de çaraxero
en esta çibdad por se aber falesçido / pocos dias avia Lorenço dixeron quellos
resçibian e / resçibieron por vesino de la dicha çibdad al dicho Pero de Orleans
y rogaban / e pedian a las justizias e vesinos desta çibdad por tal le tubisen
/ y asentasen en sus repartymientos y quedaran de quel seria / ysento de no
pagar (+-1) ni alcavala por que la que le fuese re / partida ellos lo arian
pagar de los propios de la dicha / çibdad con que le diese fianças alomenos de
residir aqui? seis / años al contynuo y no residyendo pagaria lo pasado / con
mas aquello que de derecho fuese obligado mas los dapnos que / por razon de se
yr vynyesen a la çibdad a falta de / çerraxero testigos Jaques Paris e otros /
paso ante mi //
Miniatura del "Libro de las Familias" ilustrando a un panadero.
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