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Mostrando entradas de 2018

Maestre Juan, atabalero y entallador. Vecindad en 1559

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          La aceptación de un vecino nuevo traía siempre aparejadas ciertas obligaciones para con el nuevo morador de la ciudad y también para el mismo con esta. Muchos eran los privilegios que ganaba el nievo ciudadano al conseguir su residencia, esta debía ser aprobada en consistorio así muchos pasaban largo tiempo residiendo en la ciudad antes de conseguir que se les diese vecindad. Normalmente los requisitos para ser vecino se ceñían a pagar los impuestos propios de tal que acostumbraban a ser los repartimientos de alcabalas y algún que otro repartimiento puntual para obras públicas, la obligación de residir amenos 10 años en de manera continuada y en algunos casos también ejercer su oficio, fuera cual fuese solo en la ciudad y no fuera de ella. En algunos casos el regimiento buscaba ciertos vecinos por sus cualidades como oficiales de los que carecía la ciudad y en estos casos no era raro que se les agasajase con vivienda, salario, monopolio para ejercer su oficio e

Nombramiento de regidor perpetuo.

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         Los cargos de regidor, seis en total según ordenanza, eran de carácter vitalicio y solo terminaban por muerte o renuncia del tenedor. En cuanto un cargo quedaba baco, es decir, desierto, era el obispo o su representante el encargado de escoger sustituto sin que el regimiento mediara en tal elección, siendo su única competencia aceptar el nombramiento episcopal y rechazarlo si encontraban alguna falta principal a la legalidad establecida o a la costumbre de la ciudad. En este caso el nombramiento de Pedro Fernández Valea se hace dos veces, solo trascribimos una de las cartas pues lo que aquí nos interesa es el proceso de creación del cargo y no las incidencias. Para ser exacto cuando Francisco de Santamaría expide su carta de título era ya obispo de Segovia y teóricamente había abandonado su cargo en Mondoñedo quedando esta ciudad en sede vacante, de ahí que los regidores exijan que se repita el nombramiento con un consentimiento expreso del cabildo.          La le

La toma de poder en sede vacante, sustitución de cargos 1559

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En el proceso de cambio de obispo se da siempre un periodo más o menos largo durante el cual el cabildo permanece sin dirección, a este periodo se le conoce como sede bacante. Cada vez que esto sucedía en Mondoñedo los representantes de la iglesia tomaban el poder de manera inmediata sustituyendo todos los cargos de confianza que había designado el obispo saliente y poniendo en su lugar personas de su interés. Por muy poco que durase la sede vacante el cabildo no perdía la oportunidad para nombrar cargos tanto eclesiásticos como civiles que le asegurasen resultados a su favor en su constante pugna con el gobierno civil de la ciudad. Lo cierto es que por lo regular el comportamiento de los obispos solía ser conciliador a este respecto, incluso mediando entre las pretensiones, muchas veces descabelladas o excesivas del cabildo y las demandas de la ciudad.        Los documentos que pasamos a trascribir nos muestran el inicio del proceso de sustitución de cargos que sucede en

La querella sobre la tenencia de la insignia real entre el obispo y el reginiento en 1562

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            Aunque para conocer mejor nuestra historia, una concatenación de circunstancias socio-económicas, sería probablemente más provechoso analizar los padrones que se conservan en nuestro archivo municipal, incluso puede que sería de gran interés desentrañar el por qué durante buena parte de la segunda mitad del S. XVI las alcabalas se dan en fielato y no en renta como era costumbre, pero en todo caso cualquiera de los dos temas junto con muchos otros similares resultarían áridos para cualquier lector y puesto que nuestra pretensión es llegar a un público lo más amplio posible sabemos que otras historias, puede que de carácter más anecdótico, son enormemente más atractivas e incluso provechosas para reflejar la realidad de una u otra circunstancia sin recurrir al dato más árido y cruel de la estadística.             En este caso nos detendremos en una anotación que recogemos del segundo libro de consistorio, fechada en el verano de 1562, donde se refleja la polémica

Una reflexión, Mondoñedo, el porqué, el como y el cambio del medievo a la edad moderna.

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Murales en la futura casa Museo de Cuqueiro, de mediados del S. XV pertenecientes a los aposentos de la planta alta. En todas las ciudades de occidente se da un momento en que el trazado urbano medieval, de formación y génesis casi espontánea, desordenado y muchas veces caótico, empieza a resultar incómodo para la habitabilidad de estas. Mondoñedo había nacido como tantas otras urbes de occidente como instrumento de concentración de población a expensas de la corona y de la iglesia. Para ser justos nuestra ciudad no habría existido probablemente si el futuro primer arzobispo de Santiago, Diego Xelmirez, no hubiese estado interesado en fortalecer el primitivo obispado Minduniense en contraposición con el lucense. Así en el momento adecuado consigue que uno de sus más allegados colaboradores y amigo personal, Nuno Afonso, sea nombrado para obispo de Mondoñedo, cuando su sede aún residía en San Martiño. Aunque nos movamos en el campo de las hipótesis más que de las certeza

Notas sobre la cerca de la ciudad 1558

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            Esta nota de 1558 indica claramente el estado en que se encontraba ya la cerca de la ciudad. En realidad nunca llegó a ser un elemento defensivo como lo era en otras ciudades,   las lindes de los reinos cristianos estaban lejos cuando en el siglo XIV se amuralla Mondoñedo por lo que el trazado de sus muros responden más a una delimitación territorial a efectos fiscales y propietarios que a una necesidad de defensa de ataques armados de fuerzas del exterior. De todos modos el S. XIII había sido algo convulso, durante toda esta centuria diferentes villas dependientes del poder temporal del obispo se habían rebelado en mayor o menor medida contra el haciendo valer sus fueros reales, fueros que en su momento habían sido repartidos como rosquillas entre los núcleos de población de toda la comarca con el ánimo de fijar población concentrada siempre bajo control real. Este juego a dos bandas resultaba especialmente incómodo para los señores locales que no conseguían man

Personajes del Mondoñedo renacentista, el primer portero de consistorio, Juan de Cedofeita

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                 Juan de Cedofeita es uno de los personajes más recurrentes en el transcurso de los primeros años que tenemos recogidos en los más antiguos libros de consistorio de nuestra ciudad. No como personaje ilustre, adinerado noble o cargo del regimiento, pero sí como omnipresente figura en la vida civil del Mondoñedo de estos años centrales del S. XVI. Entra como postor para ocuparse de la alhóndiga y los oficios que lleva parejos en 1551 a la edad de 44 años según podemos deducir de la investigación del pan de 1557 donde presta testimonio como testigo.   Su trabajo consistiría en atender la alhóndiga, pesos y medidas para el mercado, controlar las penas que se les impondrían a los molineros que no pagasen el cargo por moler en los molinos del obispo, control del que se encargaba la ciudad, cobrar el portazgo y ejercer de portero de consistorio. Como portero presta juramento independiente pues su labor no es solo tañer la campana para llamar a concejo si no control

Ordenanzas Perdidas. Datos sueltos extractos de los libros de consistorio. I (Condiciones para ser obligado a puestos municipales)

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1-I-1558             Sobre las ordenanzas primitivas de nuestra ciudad quedan muchos aspectos oscuros que, por haber desaparecido los documentos originales e incluso los libros donde se recogían sus traslados, nos llevan a tener que intentar interpretarlos a través de extractos de otras fuentes. En concreto esta entrada nos aporta otro interesante dato sobre los condicionantes que parece eran precisos para que un cargo municipal nombrado por su señoría fuese aceptado. Los alcaldes ordinarios como ya hemos apuntado con anterioridad eran elegidos directamente por el obispo y el cumplimiento de esta designación era obligatorio, aunque parece ser que sólo bajo una serie de circunstancias. En este caso el Bachiller Labrada, que si la transcripción no engaña pues debo puntualizar que el texto en cuestión está redactado en una letra bastante cursiva y descuidada, variante de la caligrafía cortesana, con algún tinte humanístico y empeños en procesal,   ejercía de vicario en

Cogedores, repartimientos y padrones

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            El proceso de cobro de impuestos, fuesen generales o particulares, tomaban casi siempre el mismo trabajo y seguía por lo regular los siguientes pasos. Normalmente la carga que debía ser cobrada solía partir de un tipo impositivo fijo, en contra de lo que se suele hacer en la actualidad donde se graba cada transacción con un porcentaje concreto preestablecido, en este momento lo normal era que de la corte, de los contadores de su majestad o de su real audiencia partiese una cifra a recaudar que pretendía ser una aproximación de las posibilidades y de la plusvalía que había producido el comercio el año anterior. Otras veces era un montante que se pretendía recaudar, fuese para reparar alguna infraestructura importante que se debía reconstruir, o para apuntalar una campaña militar en concreto o para cubrir algún agujero fiscal... Igualmente, con el permiso real, se podían alzar repartimientos pedidos por el concejo para causas propias, obras menores, gastos de pro