Una reflexión, Mondoñedo, el porqué, el como y el cambio del medievo a la edad moderna.


Murales en la futura casa Museo de Cuqueiro, de mediados del S. XV pertenecientes a los aposentos de la planta alta.


En todas las ciudades de occidente se da un momento en que el trazado urbano medieval, de formación y génesis casi espontánea, desordenado y muchas veces caótico, empieza a resultar incómodo para la habitabilidad de estas. Mondoñedo había nacido como tantas otras urbes de occidente como instrumento de concentración de población a expensas de la corona y de la iglesia. Para ser justos nuestra ciudad no habría existido probablemente si el futuro primer arzobispo de Santiago, Diego Xelmirez, no hubiese estado interesado en fortalecer el primitivo obispado Minduniense en contraposición con el lucense. Así en el momento adecuado consigue que uno de sus más allegados colaboradores y amigo personal, Nuno Afonso, sea nombrado para obispo de Mondoñedo, cuando su sede aún residía en San Martiño. Aunque nos movamos en el campo de las hipótesis más que de las certezas, parece cuanto menos sospechoso que en cuanto Nuno Afonso llega a tierras mariñanas reconduzca de inmediato el programa iconográfico que se estaba acometiendo en la basílica de San Martiño empezado por su antecesor en el cargo el obispo Gonzalo. Ahora sí, con una lectura dirigida a la proxélite entre la comunidad de fieles con un claro mensaje aleccionador donde ya la “pictura est laicorum literatura”. Nos queda como muestra la multiplicación de representación de pecados y trasgresiones en los aleros del tejado, una política de canzorros historiados que sustituye a los meramente decorativos de la etapa anterior. La basílica se termina para el pueblo no para el obispo y su élite como se estaba trazando hasta su llegada en una clara intencionalidad de interrumpir su uso como sede catedral.
            De ahí que podamos suponer que el “plan” para mudar de localización la situación geográfica de la catedral sea parte de su programa y no una decisión tomada sobre la marcha, como en su momento se nos hace creer y provocada por los peligros que conllevaba tenerla situada tan cerca de la costa. El nuevo lugar escogido no es producto tampoco de la casualidad, en eso estoy seguro, se “recibe en donación”, podríamos pensar que donación consensuada, un terreno de realengo que está estratégicamente situado, en un cruce de caminos, puerto de valle del camino de Santiago y límite geográfico natural de la comarca mariñana para con sus tierras vecinas y para con el obispado de Lugo. Acercar la capital a los limes, un ejercicio civil cercano a la más pura estrategia militar, y junto con ese acercamiento, fortalecer dentro de lo posible esta nueva sede. No olvidemos que el obispado de Mondoñedo no solamente tenía como adversarios directos sus obispados convecinos sino también las diferentes ordenes monacales que en este momento rivalizaban con el en poder territorial y económico, Así los benedictinos de San salvador de Lourenzá mantendrían un pulso constante con el cabildo y obispado de Mondoñedo en este momento y durante buena parte de su historia, incluso hasta tiempos modernos.
            La ciudad de Vilamaior, probablemente preexistente se refuerza con la concesión de la carta puebla de León. Estos instrumentos servían en su momento para hacer atractiva a la población rural la vida en un núcleo poblacional concentrado, que aún no podemos llamar plenamente ciudad. Esta migración del rural a los espacios colindantes de  la nueva sede despoja además de poder directo a los señoríos feudales rurales que dependen tanto del siervo como el siervo de ellos. Sobre el contenido de la carta puebla de León que se redactará especialmente para Vilamaior conocemos solo partes, realmente todas ellas, la de León la de Benavente etc., eran similares, obligaban al nuevo colono a habitar la tierra por una serie de años, pagar los derechos que le correspondían por esta habitación a quien le perteneciesen, en este caso al obispo nievo propietario de las tierras de Vilamaior, exigían una población mínima para mantener el fuero y a cambio libraban a los nuevos habitantes de pleitesías señoriales pues pasaban a ser siervos del Rey, les concedían derechos civiles hasta el momento impensables, facilitaban la fundación de mercados francos, auténticos centros de comercio que casi podríamos comparar con nuestros actuales “paraísos fiscales” y finalmente facilitaban el acceso del ciudadano a ventajas como la educación y la sanidad gratuita, todo esto a un perfil muy bajo, desde luego.
            El obispo ahora necesita tanto de sus burgueses como ellos del obispo, con sus rentas podrá edificar el nuevo templo y con el tiempo terminar el proyecto definitivo de ciudad cercándola de muro. Aunque esta necesidad imperante de atraer población conlleva un descuido en el parcelario. Probablemente solo se tiene en cuenta una subdivisión básica a la hora de aforar, el inmueble nuevo deberá adaptarse a una disposición en planta de poco más de 25 metros cuadrados edificables más diferentes porciones de tierra para la práctica de una agricultura intensiva dentro de muros muy necesaria para la autosuficiencia de la ciudad, tanto en momentos de necesidad como para el día a día.  Precisamente cuando se intentan describir las casas pertenecientes a las clases más favorecidas se habla de ellas en plural, lo que nos hace pensar que para construir sus palacios debían adquirir el derecho de varias plantas o unidades habitacionales. El resto de propietarios se dividirán entre los campesinos recientemente urbanizados que apenas disponen del espacio mínimo para habitar y una recientemente creada clase media, formada por artesanos y mercaderes que pueden permitirse tener aposento en su casa.
            Este elemento es de gran interés pues separa a la clase mas humilde de la ya acomodada, en principio se habita la ciudad con solo una estancia a la par de las cuadras y talleres, una estancia multiusos que sirve de cocina, sala de reunión y dormitorio, mudando los muebles desmontables, para cada uso y para cada momento del día. Los altos si los hubiere se utilizarían de granero. El mercader o artesano acomodado ya puede permitirse separar el aposento de la sala de estar o “grand hall” como se conoce en léxico anglosajón, el más preparado con diferencia para el estudio y conocimiento del mundo del medioevo, por razones obvias. El mercader re puede permitir además decorar estas estancias principales de casa y ampliar en planta el espacio construido aprovechándose de los salidos, jardines o huertas, para levantar graneros, talleres y caballerizas. Por suerte nuestra ciudad dispone aún de algún ejemplo de estas “torres” civiles, uno de ellos es la futura casa museo de nuestro estimado e ilustre escritor Álvaro Cunqueiro.
            Lo único que compartían unas y otras clases, gérmenes de las que después estructurarán nuestra sociedad capitalista, es la necesidad de ganar espacio tanto al suelo como al viento,  cuando el suelo disponible está todo cubierto, el viento es la siguiente y más atractiva posibilidad para ampliar las plantas altas, mediante volados construidos en materiales ligeros, “half timbered wall” volviendo al mundo anglosajón, levantados en madera, paja, barro, ladrillos, varas y cantos rodados. Estas “viseras” descansarán sobre fuertes ménsulas de piedra fijadas al zócalo de las plantas bajas, y si hubiera una segunda altura, sobre otras de madera dejando a la vista el tópico formato de escalera invertida. En otros casos cuando el inmueble no se erguía más de una planta del suelo, esta ya muchas veces estaba dispuesta sobre postes de madera abriendo camino al soportal que será símbolo de ciudad en toda la edad moderna como los semáforos lo son en la contemporánea.
            Al final cada esquina se convierte en espacio de reunión y de mercado, los días señalados para mercado franco, es decir los concedidos por los fueros o cartas pueblas correspondientes, pocos huecos quedaban en la ciudad libres de puestos y comercios ambulantes, el resto de la semana los bajos abrían sus puertas y “tablas” para que los artesanos trabajasen y a la par ofertasen su producto. En una ciudad como Mondoñedo con pocos propios civiles además los portazgos eran pequeños para fomentar la asistencia de comerciantes de otros puntos de la geografía mariñana e incluso gallega y del resto de la península, la ciudad no podía permitirse cobrar demasiado por hacer negocio en allá pues de el vivía al carecer de rentas propias. Finalmente le “peche” es casi testimonial y los gastos de pesos y alhóndiga módicos.

            A mediados del siglo XVI se inicia varios grandes proyectos para modernizar la ciudad, primeramente se empiedran de nuevo sus calles a costa cuando menos en parte del consistorio, hasta el momento cada parcela frontera a cada plaza o solar era obligación y derecho del habitante de la vivienda colindante, de ahí que no podamos hablar de un empedrado “ex nuevo” sinó de una uniformización necesaria. Igualmente se empiezan a despejar las calles, a librar el viento. En la siguiente nota de 1560 vemos como se veía la ciudad en ese momento, oscura, lúgubre, con volados que impedían el paso incluso de gente a pie, con postes deteriorados e incluso con las esquinas de los edificios (cantones) raídos amenazando colapso, provocado es de suponer por lo exiguo de las calles. 





En la çibdad de Mondoñedo dentro de las casa de consistorio / della a diez y siete dias del mes de Junio de mill / e quinientos y sesenta años estando juntos en su consistorio / por son de canpana tañida segund lo han de uso e / costunbre los muy magnificos señores Pero de Monleon / alcalde mayor el bachiller Labrada Rodrigo Lopez Teixeiro alcaldes hordinarios Juan Lopez de / Praveo Juan Abad Luis de Luazes Fernan Rodriguez de Luazes / Pero Fernandez Valea regidores Rodrigo Yanes procurador general de / la dicha çibdad /
            Rodrigo Yanes procurador general hizo relaçion y pidio / que por quanto las calles desta çibdad estavan muy / mal enpedradas y de arte que no se puede andar / por ellas a pie ni a cavallo y lo mismo los postes / muy perjudiçiales e delanteras baxas que estavan / sobre las dichas calles de casas que se topava en ellos / a pie e a cavallo y estavan muy oscuras las calles / y aparejos y cantones para aguardar el mal / y dano pidio lo mandasen remediar remediar los dichos señores / manmdaron diese ynformaçion dello e se proveria / justiçia y mandaron e cometieron al bachiller Labrada / alcalde ordinario entienda en ello /





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