Un espacio reformado de la primitiva plaza, en el Cantón Pequeno
Otra fuente de enorme interés y
utilidad para obtener datos puntuales sobre la evolución de la estructura
urbana de una ciudad son los planos y trazas, alzados para dirimir pleitos
entre vecinos, sobre todo los que llegaron a la Real Audiencia. Por desgracia
de momento el material sobre Mondoñedo es escasísimo, únicamente se ha puesto a
disposición pública mediante el portal PARES una planta con su alzado de varias
casas hoy identificables con las que hoy inician la calle Alfonso VII, donde se
encuentra el BBVA y el mesón “O Bodegón”, para orientación de nuestros
convecinos.
Estos pleitos menores, normalmente por
ocupación de plazas destinadas a acceso público a otras viviendas a por el
cegado de luces con obras ilegales, rara vez llegaban a instancias de peso como
la Real Audiencia, generalmente se dirimían en juzgados de lo civil, en este
caso en los fondos del archivo municipal de nuestra ciudad se conserva una
pequeña colección de pleitos civiles desde principios del S. XVII que está aún
por estudiar. En principio con un simple análisis superficial parece que pocos
planos han perdurado en ella, por desgracia los dibujos pedidos por cualquiera
de las partes en litigio que completaban el corpus del pleito acostumbraron a
ser apetitosos trofeos para investigadores en el pasado, y muchos han sido
robados. Aún así la lectura detenida de cada pleito puede aportar mucha
información aunque no dispongamos del complemento gráfico que en su momento
ayudaba a entender la explicación del perito encargado de la vista ocular.
En este caso particular el documento ha
llegado a nosotros por ser separado de su legajo, una práctica hoy muy común
que permite conservar en diferentes fondos los planos, trazas y dibujos
desglosados y dejar en el expediente únicamente una copia o una referencia para
poder consultarlo aparte. De esta manera se evita que los planos que en su
momento superaban el tamaño de cuarta y habían sido doblados para incorporarlos
al resto del documento, se doblen y desdoblen hasta causar su completa destrucción
por una manipulación inadecuada.
Precisamente, poco a poco, se está
tendiendo a mantener a buen recaudo los
originales y ofrecer al público interesado en su consulta copias
digitalizadas de alta calidad.
El ejemplo que presentamos a
continuación no está contra referenciado con su expediente de origen, puede que
por una extracción primitiva, lo que dificulta la lectura total del mismo. Aún así, y aunque no se indiquen puntos de
geo localización es posible identificar los inmuebles sin demasiada dificultad
comparándolos con fotografías antiguas de la zona.
El Plano data de 1771 y nos muestra
como el tipo de soportal de columna y arquitrabe de madera, en algunos casos
dejaría lugar a otro mas fornido de arcos de mampostería. En el vemos como la
interpretación de los alzados en este tipo de instrumentos siempre debe ser
tomada con mucho cuidado, aunque el trabajo sea de la calidad del presente. En
cada alzado se pretendía mostrar lo más posible cada elemento que requería del
estudio del juez pertinente, aunque esto conllevase eliminar completamente la
perspectiva real del dibujo. Si un muro no permitía ver una ventana que entraba
en litigio, el muro se retrocedía dando una falsa impresión, para completar
esto el plano en planta corregía cualquier duda que el alzado pudiese
ocasionar. Si conservamos únicamente alzados siempre será complejo identificar
por plano el inmueble, en este caso se nos prestan ambos elementos de ahí que
no haya duda posible.
Sin extendernos mucho más nos
centraremos en un par de elementos de interés que creo que nos ayudarán en
nuestra visión de los entornos asoportalados que rodeaban la plaza mayor. En un
principio es preciso que pensemos que en este momento la parte alta de esta
plaza, o lo que conocemos hoy como Cantón Pequeño, no debía diferenciarse de la
baja, ambas estaban distribuidas en un amplio foro en pendiente, abierto, donde
se cruzaban las diferentes vías principales de la ciudad y donde se situaban
igualmente sus más significativos y emblemáticos edificios. La pérdida de esta
continuidad visual acontece luego de las reformas de medidos del XIX, donde se
distribuye el espacio en diferentes partes con diferentes nombres.[1]
Otro elemento interesante es la
presencia en el alzado de dos formas primitivas del esqueleto urbano
mindoniense herederas del medievo. Por un lado el zaguán con tres arcos que frontera
una plaza o casa a modo de soportal y por otra los soportales arquitrabados que
descansaban en hileras de columnas toscanas, de estos aún podemos ver varios
ejemplos en la plaza actualmente, sobre todo el que puede que haya pertenecido
a la alhóndiga, y que dataremos con cierta seguridad entre mediados y finales
del S. XVI. En las fotografías que conservamos de esta parte de la plaza, hoy
no se conserva ya nada de las estructuras antiguas, la columnata toscana ha
sido sustituida por una arcada de pilares de mampostería, probablemente a
principios del S. XIX, y el zaguán se ha convertido en una simple entrada. En
este caso mito la trascripción del texto que acompaña a los planos por
considerarlo de fácil lectura.
Planta y alzado de las casas de Pedro Vivero y Alejo Arias en Mondoñedo
Situacion actual en rojo
Vista de la zona en una postal de principios del S. XX
[1] En este momento se eliminan los soportales del concejo
antiguo que pertenecía a la plaza, y se estructuran con escaleras y terrazas
espacios que estaban dispuestos en terraplén. Todo el Cantón Pequeño se consideraba antes como parte de calles, e
igualmente la plaza principal, como una
mixtura entre otra calle importante, la Rua
da Praza, y el espacio destinado a cementerio, de momento no tenemos datos
como para suponer que hubiese divisiones físicas entre estos. El primitivo Agro do Bispo o Curral parece que
contenía en comunión espacio para muertos y vivos, algo similar a lo que en su
momento sucedió con la Quintana en Santiago de Compostela. Tengamos en cuenta
que hasta el S. XVIII, y en Mondoñedo hasta principios del XIX, los
enterramientos se realizaban a poder ser dentro del propio templo, lo mas cerca
posible de los altares donde desde el II Concilio de Nicea (787) era obligado
situar una capsae con las reliquias de un santo,
preferiblemente las del santo patrón de la iglesia que se pretendía consagrar.
Este interés de enterrarse ad sanctos
, es decir lo más cerca posible del lugar donde se guardaban reliquias de estos
llevaba a que estos puestos cercanos al presbiterio fuesen muy cotizados y mejor
pagados, en caso de que un se conservase el cuerpo completo de un santo local
en la iglesia las peleas por yacer eternamente cerca de su tumba terminaban
muchas veces en los tribunales. Así, quien no podía permitirse un entierro en
el interior del templo lo hacía lo mas cerca posible de sus muros, y por fin
quienes no se consideraban parte de la iglesia, por no haber podido ser bautizados
a tiempo, o por ser apartados de su seno por excomunión, en estos casos los
cuerpos se podían enterrar en cualquier parte e incluso dejar a las alimañas. Hasta bastante tarde como vemos, las laudas
sepulcrales convivían en el espacio público con los puestos de mercado y en muchos casos se confundían con el propio
pavimentado de las calles.
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