NOTAS DEL MONDOÑEDO RENACENTISTA la llegada del ladrillo S. XVI
Las fachadas más antiguas que podemos
suponer construidas en época medieval en nuestra ciudad y que se elevarían
sobre las primitivas plantas bajas para formar los primeros sobrados del S. XIV
y XV serían probablemente hechas de tablas, el modo de construir posterior al
declive de las técnicas romanas que perdurarán en todo caso hasta entrada la
alta edad media, y con el que se manifiesta de manera definitiva el
renacimiento de los núcleos urbanos galaicos, es el propio de un periodo dado
al “mur epàis” donde los paramentos carecían
de cimientos, las primeras hiladas de piedra se colocaban directamente sobre el
suelo allanado y embarrado para levantar sobre ellas hasta dos metros de pared,
con grosores de entre 1.50
metros hasta 2.50 metros para edificios habitacionales. El
grosor, la poca proyección en altura y la escasez de luces, permitía que tan débiles
cimientos permaneciesen en pie sobre todo en las obras civiles donde el sillar
brillaba por su ausencia dejando lugar a paramentos de mampostería fina con
argamasa de barro. El sistema conocido como “mur creux”, era el de más utilizado, en este se levantaban dos
paredes de mampostería separadas por un espacio que se rellenaba de cascote,
barro e incluso tierra.
En realidad el espacio útil de las
viviendas sumado era comparable al ocupado por los paramentos, así una plaza
construida de 5 por 5
metros dejaba en realidad huecos habitables muy
reducidos. Más parecía un enorme bloque de piedras y tierra con un pequeño
espacio en el medio.
Las plantas superiores, primero una y
luego dos o más debían suplir la falta de espacio del muro de basamento, por lo
general tres de las paredes maestras del inmueble corrían de piedra hasta la
segunda altura y finalmente hasta la tercera o sobrados disminuyendo el grosor
del muro conforme se levantaban del suelo, de ahí que el crecimiento del
espacio libre debería ser cara los frentes o frente-laterales si el inmueble
era de esquina de manzana, estas paredes altas se levantaban en materiales
ligeros, maderas en un inicio al mas puro modo cabaña, y con el método conocido
como “half timbered” posteriormente.
"Timbered Wall" en la calle Lence Santar
Los muros de tabla eran tan poco
seguros como poco duraderos, sobre ellos rara vez podía cubrirse con techumbres
de teja o losa, recurriéndose a elementos ligeros como el colmo, igualmente de
muy fácil combustión. De estos muros probablemente no restó nada luego del gran
incendio, solo se recurrirá a este primitivo método para algunos volados o balcones
que se abalanzaban sobre las calles en imposibles piruetas arquitectónicas,
soportados por tirantes de madera y ménsulas de piedra. Este tipo de elementos
caen en desgracia a mediados del S. XVI en nuestra ciudad. En muchas otras habían
estado restringiéndose desde hacía años pues tornaban las calles en angostos e
insalubres túneles, pero parece que las primeras advertencias para que las
paredes que disponían de este tipo de artificios se “rayesen” hasta el nivel del
muro de piedra no sucede en Mondoñedo hasta bien entrado el S. XVI. Podemos
encontrar varias de estas advertencias en anotaciones de los libros de
consistorio durante la década de los 50, 60 y 70 de este siglo, e igualmente
con la construcción de los palacios municipales, en este caso más para librar
el entorno de estos de elementos que los afeaban.
Luego de bien entrado el S. XV los
muros de tabla se truecan por estructuras algo más pesadas de troncos, piedras
y barro, y en otras ocasiones troncos, paja y barro, alternando diferentes
tipologías de adobe que duraran hasta prácticamente el S. XVIII al exterior y
el XIX en tabiques interiores con las ya conocidas “half timbered” de mampostería
y maderos.
El uso de esta técnica en muros
interiores, sobre todo en las plantas bajas, debió perdurar en el tiempo largos
años, sin embargo las obras exteriores corrían rápido con las modas, y en este
caso España sería de las primeras en readoptar un elemento constructivo de
origen romano y luego árabe y morisco, que mixto con los esqueletos de madera
daba buen resultado con las humedades, era más fácil de colocar, corría menos Riesco
de colapso y, en resumen, era mucho mas duradero. Actualmente podemos
identificar este tipo de obra con las casas Tudor británicas tan fotogénicas y
fotografiadas, hablamos claro del uso del ladrillo cocido al sol o en hornos.
Serán estos los llamados “timbered
walls” y como veremos con la siguiente transcripción entran en nuestra ciudad
unos años antes del cambio de siglo. Los paramentos de las plantas superiores
que descansaban sobre las arcadas, de las casas de consistorio probablemente se
edificaron en origen en muretes de maderos y mampostería, en este 1590 se
contrata su sustitución por muros de ladrillo como los que ya de habían
dispuesto en una casa cercana.
Las fachadas de sillar o mampostería
deberían esperar un tiempo antes de ganarse su lugar en los espacios
construidos de la ciudad, el muro ligero tenía multitud de ventajas, sobre todo
su maleabilidad a los cambios. Realmente estas lisas fachadas dispuestas en
varios niveles que descansaban en canes y ménsulas para repartir el peso, no
significaban soporte ninguno para la estructura del inmueble. Aunque se
colapsase la fachada la casa permanecería intacta pues incluso el tejado descansaba
en los penales laterales, así se podían mudar de sitio y crecer si fuera
necesario el tamaño de las luces siguiendo las modas de cada momento. Conforme
languidecía el S. XVI los pequeños vanos con celosía dejaban paso a las
ventanas y balcones acristalados. El propio consistorio había sido diseñado
para llevar diferentes puertas con vitral en su fachada.
Ante estos rápidos cambios el muro de
ladrillo era una buena elección, la mayor parte de los que conservamos en la
actualidad en las fachadas de la plaza mayor pertenecen a este periodo que
corre entre la segunda mitad avanzada del S. XVI y los primeros años del XVIII.
Pocos son los vanos originales del primer periodo, de los años de cambio en que
se abandona el “madero don mampostería” para sustituirlo por el ladrillo, en
algunas ocasiones podemos ver restos de estos en los pies derechos de los
lienzos murales mientras los que han llegado a nosotros son generalmente obra
de reformas dieciochescas. Con el paso de los años los sistemas de canes a la
vista con sus cabezas molduradas van dejando paso a frisos de estuco que tapan
las vergüenzas de estas primitivas maderas podridas, estos cajones de
barrotillo y cal se convierten en nidos de xilófagos que pudren los durmientes
del paramento. Cada pared de ladrillo que se conserva en la actualidad es un
interesante reflejo de un modo de construir que en su momento fue revolucionario,
tan innovador como el ladrillo hueco en el S. XX, y, aunque humildes, merecen
toda nuestra consideración, desde las luces de cristales soplados catalanes del
XVIII hasta las bisagras de punta lanceolada o en pica tan propias de finales
del XVII y del S. XVIII. Aunque sus restauraciones son regularmente tediosas y
en muchos casos se tiende a demoler estas joyas del pasado para levantar muros
de ladrillo y cemento, el resultado es siempre nefasto, tanto por la perdida de
un testigo de nuestra historia urbana como por el desequilibrio de pesos que
conlleva. Ciertamente los muros modernos tienden a levantarse sobre viguetas de
encofrado con doble pared y aislantes térmicos internos, y todo ello descansando
en las primitivas columnas barrocas y renacentistas que apenas están preparadas
para soportar la mitad de este peso, de ahí que muchos resulten en grietas y
roturas de los pies derechos de piedra.
16-XI-1590
Hizose conçierto con Juan Rodrigues
pedrero en que a de asentar el ladrillo en la casa de / consistorio la dera y
delantera la cal e arena y todo el servisio por la / parte de fuera por su
regla y por la parte de dentro todo encaleado y en perfiçion / al modo de lo
questa puesto e asentado en las casas del dicho bachiller Mseda y solo / la
çibdad a de dar el ladrillo nesçesario y lo a de dar puesto e asentado / asta
dia de naviadad presente deste año e por razon dello se le an / de dar çinco
ducados pagos dos ducados a prinçipio de la obra y los tres a fin / della
presente el dicho Juan Rodrigues que lo açeto testigos Albaro Fernandez de
Luazes e Pero Maseda / procurador que firmo a su ruego /
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