El Camino de Santiago en Mondoñedo, pícaros y estafadores
Coquillards
De las, por otro lado, escasísimas
notas que nos has quedado sobre el paso del camino de Santiago por nuestras
tierras, poco creíbles podrían ser si entre ellas no encontrásemos historia
alguna sobre peregrinos en general, y pícaros con bordón en particular. La
picaresca en el camino ha sido ampliamente estudiada en su variante francesa, e
incluso sancionada por las autoridades eclesiásticas y civiles de los pueblos y
ciudades por donde transcurría el camino. Desde dos frentes podríamos entenderla, por un
lado la que se dedicaba a aliviar a los peregrinos de sus posesiones y por
otro, los muchos pillos que aprovecharon la cierta autoridad que ser peregrino
concedía para cubrir sus necesidades haciéndose pasar por tal.
Desde luego en el centro de la telaraña
de estafadores y malandrines que se enredaba en las vías de peregrinación,
estaban los taberneros, entre los que se podían encontrar desde simples
ladrones de bastón y estoque, hasta falsos cambistas, estafadores,
alcahuetes y demás calaña. El control de las fondas y tabernas es constante en
los pueblos y ciudades que se situaban en el entorno de las rutas jacobeas,
incluso en Mondoñedo nos encontramos con revisiones prácticamente anuales de
los precios que se marcaban en las fondas, tanto para cama como para forraje de
animales.[1]
Aunque en una ciudad viajera como la
nuestra este control por parte del concejo era habitual para evitar precios
abusivos, es significativo como se puntualiza que los viajeros humildes no
paguen más que un precio simbólico, mientras libre quedaba el que debería abonar quien desease disponer de buena cama y mejores servicios.
Pero no solo estos peligros acompañaban
al caminante, aprovechándose de la confianza y la necesidad de compañía, bandas
de maleantes conocidos como coquillards
y que llegaron a disponer de propia identificación como grupo criminal, las
llamadas “cortes de los milagros”, esperaban a los peregrinos en los cruces de
caminos y reclamaban su atención al grito de “Deus, adiuva, sancte Iacove”, pidiendo su compañía. Luego de conseguir presa adecuada,
desplumaban al incauto con cien y una tácticas, entre las que entraban desde
vendimiadores (quienes cortaban las bolsas), bleffleus (jugadores tramposos), blanccoulons (asaltadores de posadas), celestinos, horcas y por
fin remitentes (quienes asesinaban al
incauto y hacían desaparecer su cuerpo). [2]
Desde luego el camino era un entorno
cómodo para la proliferación de mangantería en general, donde se encontraban a
gusto todos los que no entendían demasiado de vida honrada y disfrutaban
especialmente de la libertad del trotamundos, además era difícil estafar dos
veces en el mismo sitio y la movilidad de este entorno ayudaba a los que
necesitaban mudar su domicilio con rapidez. Así pronto muchos maleantes se dan
cuanta de los beneficios que reporta hacerse pasar por peregrinos legítimos,
ser portero falso que cobra según el aspecto del viajante, tabernero estafador
o simple salteador de caminos pierde practicidad ante un peregrino que hoy
puede robar aquí y mañana aparentar perfectamente honrado en la ciudad vecina,
beneficiándose de la caridad de cada sitio, e incluso varias veces por lugar.
Pablo Arribas Briones escoge la
enumeración como método para ilustrar el panorama que se respiraba en el camino
en el siglo XVI, “Una desordenada, chillona, ruidosa, sucia, alegre,
pendenciera compañía de
pícaros, giróvagos, gallofos, tunantes,
gitanos, adivinos, nigromantes, pseudos alquimistas, bribones, trotamundos,
belitres, bordoneros, coquillards, buhoneros merodeadores, saltimbanquis,
embaucadores, vagabundos disfrazados de peregrinos, volatineros, holgazanes, farsantes,
truhanes con llagas falsas, mendigos profesionales, falsos tullidos, parejas
amancebadas, charlatanes, mimos, histriones, prestidigitadores, bufones,
salteadores, comediantes, bailarinas, contorsionistas, prostitutas,
estafadores, predicadores ambulantes, desertores, fanfarrones, pobres vergonzantes,
frailes girovagos, goliardos, clericivagantes, hidalgos venidos a menos,
desheredados, ermitaños, etc.,” [3]
De entre esta abundante lista puede que
el más profesional de los embaucadores fuese el peregrino profesional, sea como
peregrino desnudo muy de moda a finales del S. XV [4], sea
el que portaba falsas compostelas, pasaportes y cartas falsificadas pidiendo
limosna para si o en nombre de otros. Un tipo que se extiende entre los
caminantes de la España del renacimiento es el que dice peregrinar a Santiago
para pedir la libertad de familia, amigos o incluso pueblos enteros del
entonces temido turco, casi una leyenda urbana.
Aunque este tipo de truhán era casi tan
popular como el buhonero de reliquias falsas, todo pueblo que se encontrara en
su radio de acción caía alguna vez en sus engaños, y Mondoñedo ciudad jacobea
relevante no podía ser menos.
Sucedería en 19 de noviembre de 1583
cuando el concejo decide dar 13 reales a un tal Demetrio Foca que dice ser de
la estirpe del mismísimo emperador, Flavius Phocas Augustus emperador de Bizancio
entre o 602 e o 610.
La historia es de corte común para
embaucadores variados, casi tan típica como mancharse con sangre de pollo para
imitar llagas y costras, parece que este personaje asegura haber sido
secuestrado de niño por el turco y que en su cautiverio llegó a ser muy
preciado por sus captores, convirtiéndose al cristianismo por obra del Espíritu
Santo. Pide limosna para liberar a sus hermanos que aún permanecen cautivos.
Aunque la historia rebosa de
ingenuidad, igualmente era ingenua la gente que la escuchaba, en un momento en
que las hazañas de presos fugados del turco eran el pan de cada día. Así que
nuestra ciudad, su concejo y regimiento caerán en su trampa y pagarán como
buenos cristianos, a mayor gloria de Dios. Desde luego es una gota en un océano
de aventuras picarescas, y que en este
caso nos junta al honroso club de las ciudades jacobeas presas de estafadores y
mendigos disfrazados de peregrinos.
Me gustaría dejar aquí mi
agradecimiento a mi amigo digital Fernando Dopico Blanco que me ha prestado su
ayuda para desentrañar unas pocas palabras que se me resistían en la
transcripción, entre paleógrafos, uno para todos y…, gracias y un abrazo.
19-IX-1583
El señor regidor Francisco Fernandes de
Cornide dixo que estava en esta / çibdad un peregrino con breve mandado y
provision de su magestad / y cartas de reyes y grandes señores el qual se llama
/ Demetrio Foca de la generaçion del rey de Greçia / el qual fue enviado
cautibo siendo niño por el / turco y alli tubo preminentes ofiçios y espirado /
por el espíritu santo se torno cristiano y dexo alli / cautibos dos hermanos
pide limosna por su redención / conforme a lo qual sus merçedes mandaron se le
acuda / con treze reales y se de librança para Fernando Garsia de Rio
procurador general / que fue desta çibdad los de y reçiba carta de pago
[1] 2-X-1581
Los dichos señores dixeron que por quanto avian vi / sitado por suss
personas los mesones y casas donde se acos / tumbra bender paja e çevada e
coger huéspedes / aviendo visto e visitado las medidas de / por donde venden
los mesoneros la zebada / davan e
mandaron que por espaçio destos / dos meses siguientes de otubre e nobiembre
valiese y bendiesen / el selemin de çebada a doze maravedis y / acabado los
dichos dos meses si / subyese el pan se pondrán conforme lo que subiere / e
baxare los otros meses siguientes y mandaron / que por todo el año vendan cada
colmo de paja / a quatro maravedis e no mas con que sean buenos colmos / y que
no cobren de la gente comun por la cama / mas de ocho maravedis por cada
persona con que no sia / de tres personas arriba y por cada persona de calidade
que / quisiere buena cama y aposiento un real por cada / noche y tengan buenas
camas e limpias con / ropas limpias y que los que cogieren los dichos /
huéspedes no traten en vender pan ni bino so / pena que por qualquier que
contra cada cosa de lo / sobre dicho fuere e pasare este diez dias en la carçel
/ e de dos mill maravedis aplicados para obras publicas desta / zibdad e
conçejo y se les notifique este mandamiento / para que les pase perjuizio y asi
mesmo que no tengan / ni consientan en las caballerizas puercos ni ga / llinas
so la dicha pena presente Françisco de Valiña / a quien se notifico que dixo
que sin perjuizio / de su ofiçio e preminençias que lo consentia / en quanto
fuese su boluntad y no mas
[2] Barret / Gurgand, Priez
pour nous a Compostelle (La vie des pelerins sur les chemins de Saint-Jacques)
1978
[3] Arribas Briones, PABLO, Picaros y picaresca en el camino de Santiago,
Burgos 1993
[4] En el limosnero de los
Reyes Católicos se anota el pago de la tela y la hechura de ropas para una
mujer de Flandes que decía peregrinar desnuda. Comins Manrique PRESENTACIÓN El
Camino de Santiago, Picaros y picaresca en el camino de Santiago, Castellón
2006
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