El Jacquette de Mondoñedo




         Antes de presentar en público y de una manera más formal esta pequeña estatuílla que tanto implica para nuestra ciudad, considero justo, puesto que son muchos y muchas quienes estan siguiendo mis pequeños aportes a la historia mindoniense, presentar primero  nuestra jaquette en este foro.
         Las jaquettes o santiguitos son pequeñas figuras en bulto de Santigo apostol, generalmente peregrino, realizadas en azabache, con una perforación y a las que se les suponen diferentes usos, desde prededores a modo de insignia para adornar las monteras o sombreros propios de peregrinos, hasta cuentas de rosario.
         En el Museo Das Peregrnacions se conservan varias, de diferentes puntos de Galicia, puede que la más pequeña de todas sea la que está clasificada como procedente de Mondoñedo. Esta fue encontrada por una particular al trabajar la tiera, no ha muchos años, en las huertas que pertenecen a la casa que hoy se está habilitando para museo del escritor Alvaro Cunqueiro. Que fuese identificada fue producto de la más absoluta casualidad, pues hablamos de una pieza de color negro de un tamaño de menos de 2cm de alto por apenas algo más de medio de ancho, en concreto fue el brillo de la piedra luego que la lluvia regara y cribara naturalmente la tierra lo que hizo que su descubridora se fijase en ella, para luego donarla al Museo das Peregrinacions. 

 Otros dos Jacquettes y una venera custodiados en el Museo das Peregrinacions en Compostela
       

  En la ficha de clasificación redactada por el director del Museo das Peregrinacions, Bieito Pérez Outeiriño se data esta entre el S. XIV y el XVII y se pone en relación con una posible cuenta de rosario del entorno jacobeo.
         Aunque el azabache y su trabajo se relaciona con los talleres compostelanos, la realidad es que Galicia no cuenta con minas propias de este mineral, el lapis gagates del que describe Plinio sus virtudes como gema taumatúrgica y mágica, ha sido siempre considerada como poseedora de especiales virtudes para multiples enfermedades, al igual que como protectora contra el mal de ojo. Como apunta Ángela Franco Mata[1] el uso del azabache como piedra mágica y/o ritual, es desde luego, anterior al cristianismo y sus supuestas propiedades médicas debieron conocerse en España posiblemente a trabés de los  tratados árabes que transcribían otros latinos, de Plinio, Celio, Cornelio Cesso o Aristóteles. Asi de sus propiedades curativas hablaria Alī al-Husayn ibn (Avicena) o Cazumí, cosmógrafo persa del S. XIII. En este mismo siglo, fray Juan Gil de Zamora, uno de los principales intelectuales de la corte de Alfonso X y entre otras cosas, promotor de la extensión del culto mariano y ferviente franciscanista,  escribe su libro Liber contra venena et animalia venenosa donde,  citando a Plinio, asegura que el incienso del lapis gagates ahuyenta a las serpientes[2]. De aqui en adelante podemos ver el uso del azabache como piedra medicinal en diferentes obras, destaca en el S. XV el trabajo de Gaspar de Morales[3] y Enrique de Villena[4]

 Cuadro de finales del XV donde se pude ver el ornato de las monteras de los peregrinos a Compostela


Sombrero y esclabina conocida como de Stephan Praun III (S. XVI)

         Por lo que respecta al supuesto monopolio de que disponían los talleres compostelanos para el trabajo de esta piedra importada principalmente de Asturias, perece que poco hay de cierto en ello, actualmente se conocen diferentes talleres que usaban el azabache a lo largo del camino, y aunque en algunos casos el cabildo compostelano protestase por la aparción de talleres en zonas cercanas como Coruña donde supuestamente se trabajaba con azabache de inferior calidad, también es cierto que era habitual que mercaderes compostelanos encargasen parte de su producción a artesanos foráneos, un interesantísimo ejemplo nos lo presenta Ángela Franco en la obra citada, donde nos transcribe parte de un contrato entre Roque de Mederos, mercader compostelano y Bastian de Miranda de Villaviciosa, de fecha de 1581, en el cual se refleja un enorme número de encargos, contandose por miles las piezas requeridas, entre otras veneras y Santiagos. 

 Tornero de cuentas de paternoster S. XV

         Al no disponer de la materia prima, y estar completamente desbordada la producción compostelana con respecto al consumo por peregrinos de multiples partes de Galica, España y Europa, no sólo se encargan piezas terminadas de otros talleres sinó que la producción y venta in situ de estas empieza a focalizarse entorno a los diferentes caminos de peregrinación.
         Asi la posibilidad de que esta nuestra figurilla fuese tallada en Mondoñedo no es completamente descabellada, pensando además en el número no pequeño de restos de piedra en bruto que se encuentran en estas huertas, para desentrañar esta incógnita esperamos ver el resultado de las actuales escavaciones arqueológicas que se realizan en ella.
         Para la ciudad de Mondoñedo huelga que seamos prólijos en detallar la importancia que este descubrimento tiene, de momento es el único elemento formal, no documental, que situa a Mondoñedo en el camino de peregrinos a Compostela, otras piezas similares han sido localizadas en escavaciones en la capilla de San Guillerme en Fisterra, en las Burgas en Ourense o en la propia metrópolis compostelana.
         Destaca nuestra jacquette por su trabajo popular, donde apenas se pueden identificar unos pocos atributos propios de Santiago peregrino, mientras la mayoría se ignoran, podemos cosiderarla una obra popular de iconografía simple hasta el punto de englobar el todo en el símbolo. Una figurilla humana, con vestido de talle largo, sombrero que pretende ser de ala ancha, aunque se asemeja más a los típicos bonetes médicos con que suelen tocarse a San Cosme y San Damián en las representaciones bajomedievales. Ni rastro de bordón, esclavina, bara, veneras, libro abierto, etc, atributos típicos en las figuras de la baja edad media donde se representa a Santiago Peregrino.
         Justo por el centro,  la figura está perforada,  pudiendo asi asegurarse a una esclavina, una montera o formar parte de las cuentas de un rosario. Esta última opción es la que baraja Bieito Perez Outeiriño al compararlo con otros rosarios de este periodo conservados, como el paternoster de San Ofav, custodiado en el museo Nacional de Copenhage y que se data a finales del XV o principios del XVI. 


Paternoster de San Olaf


[1] Franco Mata, ANGELA, Iconografia Jacobea en Azabache , Museo Arqueológico Nacional, Madrid
[2] De Zamora, JUAN GIL, Liber contra veneva et animalia venenosa, Estudio preliminar , edicion critica y traducción, Real Academia de Bones Lletres, Barcelona 2009, Libro XVI … lapis gagates incensus fugat serpentes...
[3] De Morales, GASPAR, Libro de las virtudes y propiedades marauillosas de las piedras preciosas,  Luis Sanchez, 1605
[4] De Aragón, Marques de Villena, ENRIQUE, Tratado de fascinación o de aojamiento, 1411 aprox.

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