Una alhóndiga huidiza, historia del urbanismo menor en Mondoñedo (1)
Preciasamente
este título pretende ilustrar como, todo buen historiador debe revisar
constantemente su producción,
especialmente cuando se trabaja en un periodo apenas documentado. Es
mucha la información, generalmente arqueológica, de que se dispone para
aprehender los modelos habitacionales de la edad del hierro y del perido de
ocupación romana. Puede que no los suficientes, y que debamos estar preparados
para sorpresas que muden nuestra manera de ver el mundo antiguo, pero tambien
es cierto que pasado el S. V, y hasta bien entrado el XII, la información es
aún mas escasa, pues, aunque puedan estar un poco mejor “empapelados”, apenas
contamos con estudios arqueológicos, almenos en el norte de la península.
Luego de la
paulatina desamortización de las figuras administrativas ronamas, y hasta la
implantación de un cierto esquema uniformizador en pleno periodo feudal,
viviremos un periodo intermedio, que no debe ser infravalorado, de mas de cinco
siglos, donde las dudas son muchas más que las certezas, tanto en población,
como en modelos constructivos.
Para
entender la ciudad de Mondoñedo apenas disponemos de información completa y
compleja desde el S. XVIII, y de datos suficientes desde el XVI, es muy
provable que antes de iniciarse el asentamiento medieval en al S. XII,
Vilamaior ya estuviese poblada, aunque de momento no sabemos como.
Sólo
contamos con escasísimos datos arqueológicos, de momento en elaboración, puede
que el más interesante sea el edificio de planta cuadrangular encontrado bajo
la casa nº 13 de la Plaza de la Catedral, que conserva en pie un arco de medio
punto. Entender este edificio es, por el momento muy complejo, aunque parece
que se conserva la totalidad de la planta, no responde a modelos medivales
claros, y puede que solo pueda ser estudiado siguiendo otros anteriores.
Sobre la
disposicion de los viculos altomedievales, puede que los estudios de momento
mas completos, aunque igualmente muy discutidos, sean los productos de las
escavaciones en dospoblados navarros en los años 80 de la pasada centuria.[1] Estos
trabajos nos dan una idea muy interesante de cómo debieron ser los poblados
entre rurales y urbanos anteriores a la re-urbanización del S. XII. Actualmente
son muchos quienes dudan de la antigüedad de los restos descubiertos,
principalmente por haberse documentado otro modelo de viviendas para el norte
peninsular durante estos siglos completamente diferentes.[2]
Arco y planta del edículo desenterrado Las paredes medievales se han construido sobre el muro pimitivo o en todo caso ignorándolo,
El Modelo
de cabaña, de planta rectangular, muchas veces adosada a taludes de roca
natural o aprobechando grutas, con una estructura de piedra muy endeble, en
ocasinoes sin usar argamasa con mampostería dispuesta a hueso, y con tejados de
una vertiente o dos, de materia vegetal cubierta con barro y lajas de piedra,
dan una imagen bien distinta a los poblados, más o menos estructurados de Apardués
o Ascoz, pero a nuestro entender la presencia de unas no excluy la presencia de
los otros , como nexo entre las explotaciones rurales romanas, las vilae, y los
vículos o pequeñas aldeas altomedievales.
Yacimiento de Contrebia-Leukade, viviendas adosadas a grutas mas o menos naturales
Bien es
cierto que la figura de hábitat concentrado responde mejor a los contratos de
población feudales que al periodo de labradores libres en el que se engloba
buena parte de la Hispania germánica, aunque de todos modos la aparicion de
primitivos burgos en torno a una iglesia como aglutinante religioso, puede que
una torre como representación de cierto orden civil y, unos muros de más o
menos importancia como delimitación espacial y protección ante alimañas y, en
menor grado, invasiones; sea igualmente una imagen asequible para este periodo.
Asi para
entender la primitiva Vilamaior de Brea
resulta insuficiente la escueta descripción que se nos ofrece en los
fondos documentales, en el título de cesión de los cotos de Vilamaior para la
traslación de la sede, concedido por el rey Alfonso VII, unicamente se dice “et primere propiir uocauulis id est cauctum
uallematoris ubi sedes est” , en este documento ya se cita como
beneficiarioa directamente a “ Petrus
Vallibriensis sedis episcopus et omnibus sucesoribus tuis”. El documento anterior donde se inicia la
traslación de sede, durante el mandato de Nuno Afonso, no ofrece mucha mas
infirmación útil, y funciona más como carta puebla que como donación.
Confirmacion de la donacion de diferentes cotos para la nueva sede de Valibria
Asi con esta escuetísima base de
datos solo podemos intuir que en el momento en que la sede vuelve de Ribadeo,
ya en el S. XIII y se termina la obra de la catedral en el solo mandato de un
obispo, Don Martin (aunque esta información se la debemos a trascripciones hoy
imposibles de comprovar pues son datos obtenidos por el P. Florez del perdido
Calendario Antiguo[3]) almenos una parte del
entramado urbano ya debía estar finalizado, y el esquema de este debió de ser
muy similar a estas primeras aglomeraciones de viviendas que vemos en las
escavaciones navarras.
Un ejemplo
interesante a tener en cuenta es el del pueblo de Ascoz, aparece primeramente
en el Libro de Rediezmo de 1268, no se contempla en el Libro de Fuegos de la
Merindad de Sagüesa de 1366 por lo que es de suponer que en esta fecha temprana
ya estaba despoblado.
Despoblado navarro de Ascoz
Despoblado navarro de Apardues
El poblado
de Ascoz parece vertebrarse en torno a una iglesia de planta longitudinal, sin
ábside pronunciado, con pila de bautismo por inmersión, que se ha conservado,
puerta de acceso por la panda sur y, de tradicion como se puede ver prerrománica.
Podemos entender que, como se apunta en el trabajo antes mencionado, la unidad
agrícola independiente, compuesta de casa y de mas dependencias, rodeada de
tierras de labor, había dejado paso ya a la idea de proto-ciudad, o villa sobre
el S. X. Ademas en muchos casos en estos asentamientos se encuentra cultura
material tanto romana como anterior, indicando una más que provable continuidad
en el tiempo. Asi en este conjunto concreto se recogieron fragmentos de terra
sigilata, cabe destacar un borde de forma Ritt. 8.
Con una
ocupación continuada, con mas o menos densidad, el siguiente y más nutrido periodo
cerámico sería el que comprende desde los siglo VIII al XII, aproximadamente,
donde los materiales (tengamos en cuenta que estas campañas a penas trabajaron
con restos obtenidos de la limpieza de los yacimientos y alguna cata puntual)
son ya abundantes y de fácil identificación. Este tipo de cerámica, de cochura
oxidante y reductora sin especial control de la misma, pastas groseras con
multitud de degrasantes sólidos y chamotas, blandas, producto de temperaturas
inferiores a 800 grados, fondos planos, cuerpos globulares, cuellos estrechos,
bordes exvasados y labios apuntados. De color incierto, entre el negro grisáceo
y el rojo óxido, producto de la falta de control en el tipo de cocción. Sobre
estas cerámicas hablaremos seguro detenidamente por su especial abundancia en
el subsuelo mindoniense. Como especial particularidad cabe indicar la presencia
de abundantes micas en las pastas mindonienses, una tonalidad oscura un poco más
homogénea. La presencia de labios en T o pestaña, aperece un poco más tarde.
Diferentes modelos del tipo A, aparecidos en Mondoñedo, Entre el S. VII y XI aprox.
Tipos de pestaña, más o menos elaborada, plenomedievales, entre el S. XII y XIV, procedentes de Mondoñedo
Hemos
escogido este poblado en cuestión por haberse documentado en el una unidad en
concreto que se identifica como torre, cercana la iglesia y de unos 16 metros cuadrados
de espacio útil interior, más o menos el que podemos ver en el habitáculo
exhumado en el subsuelo de la casa nº 13 de la Plaza de la Catedral de
Mondoñedo. El resto de los inmuebles es de tamaño mayor y de peor calidad de
muro, con una mampostería mucho menos cuidada.
Planta de una vivienda y de la torre de Ascoz
De todos
modos el esquema constructivo es similar a otros nucleos cercanos estudiados
como Aizpe, Apardues, Puyo, etc. Plantas longitudinales, o en algunos casos el
L donde se diferencia el espacio para el ganado del que se reservaba para
habitación y uso doméstico por un simple tabique. Este modelo de habitacion
rural propia de conjuntos aglomerados de viviendas se traduce luego en las
plazas medievales urbanas que en algunos casos permanece hasta la actualidad
aunque completamemte desdibujada.
Planta longitudinal de una vivienda
Consideraremos
esta primera parte como una introducción algo temblorosa a la segunda y tercera
que nos encaminarán al conocimiento del entramado medieval y postmedieval. En
el siguiente artículo con este mismo nombre tomaremos la historia al revés y
empezaremos por localizar en documentos practicamente contemporaneos ciertos
edificios que podremos rastrear luego hasta almenos los últimos años de la eda
media, donde consideramos que los cambios de ocupacion urbana-agrícola, a
completamente urbana aún no se habían producido.
Puede que
sea un intento un tanto frustrado para ilustrar el proceso de transformación de
villa a urbe, de la alta edad media a la moderna, pero tengamos en cuenta que
nos faltará siempre, o me temo que durante mucho tiempo, el nexo entre el
despoblado tardo-imperial y la villa altomedival, siendo muy generosos. Un
vacío de casi cinco siglos es intolerable para estructurar una evolucion
urbanística y nos hace presuponer que en el momento de asentarse nuevas poblaciones
en torno al año 1000, las anteriores del S. V, ya habían sido olvidadas.
Pero puede que en este caso
estemos cayendo en un error propio de nuestro punto de vista actual, donde todo
producto de uso, desde que deja de tener sentido práctico dura apenas unos
años, es cierto que tendemos a mirar la historia con un enfoque “portland 100”, pero puede que la
ausencia de acción antrópica o la relentizacion de esta permitiese que los
edificios levantados en el S. XII en Vilamaior dispusieran de cimientos de
inmejorable calidad con mas de medio milenio de antigüedad aún a la vista.
Si así
fuese es fácil entender el por que no se terminaron de demoler estos cuando se
levantaron los nuevos, puede que la simple presencia de muros con unas zanjas
de fundación a años luz de las dispuestas en la edad media, fueran el único
motivo razonable para explicar el por
qué algunas casas de la frontera de la Plaza no se colapsaran con el paso de
los años, mientras que la mayoría necesitaba de reparaciones al poco de ser construidas.
Estas pocas excepciones dispusieron de unos fuertes pilares en los que soportar
el envite de diferentes pesos mal proporcionados, y asi podemos hoy en día
verlas como ejemplo de un periodo poco conocido, conservando incluso restos
significativos de sus particularidades decorativas.
[2] García Camino, INHAKI,
Perspectivas de Investigación desde la Arqueología, Actas de La VIII Semana de
Estudios Medievales, Nájera 1997, Instituto de Estudios Riojanos, Logroño 1998
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